De profundis clamavi

Hoy no hay titubeo, solo afirmaciones: el problema siempre he sido yo. Mi falta, mi sobra, mi ausencia y sosobra, pero yo.

Entonces solo pienso ¿y ahora que?

Veo las mismas cosas que me maravillaban pero ahora estoy rota, más rota. Siento en mis venas más fuerte la frase de "la última inocencia murió" porque ahora es nunca o jamás o simplemente fue. Me aferro a mi falta de memoria, le rezo a mi capacidad de olvidar.

Es difícil aceptar que uno sigue pasajero de un barco qué hace años se ha ido. Y digo adiós a mi "yo" capaz, a mi "yo" inocente, vivaz y soñador. El mundo está hecho de cuerdos.

Pienso un poco en mi realidad ahora, las cosas no duelen, las cosas no queman, las cosas no improntan, solo fluyen. Las memorias de momentos que antes hubiera guardado grabadas en piedra hoy son solo una figura marcada en arena fina, y quiero soplar sobre todo eso. ¿En qué momento até mi atención a la vida a un solo anhelo? Perder siempre es renunciar a cuadrantes de mi.

E incluso ahora que todo esta "bien", que la vida es atención, serenidad, comprensión, mediación, incluso ahora no siento que pueda recuperar esa parte perdida en mi. Anhelo en el fondo buscar mi pedazo perdido en las letras, en los guiones, en el cine, en cualquier lugar menos en mi. Pero se que debo dejar de remarcar lo que solo debe borrarse.

Estoy cansada, tan cansada, es un estado permanente, no emoción, no vivacidad, no anhelo, no luz y brillantes, no hay una sensación de querer que inicie un nuevo día o me aferre a ver que me depara el futuro, solo sobrevivencia. 

Vuelvo a pensar en alejarme de todos y empezar de nuevo.

Hoy estoy aquí, y eso no significa nada.

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