The one with: the day

No me gusta el 8M, me recuerda mi torpeza, mi incredulidad, mi miedo, pero sobre todo: mi culpa.

La culpa perpetua en la que me resumo por no ser capaz de hablar, la rabia que he sentido cuando aún con esperanza decidí decir algo pero solo recibí comentarios iguales, justificaciones y culpa, ignorancia.

No sé que da mas rabia, oír el esfuerzo de justificar acciones terribles, el empeño que ponen en querer culparnos, o la terrible noción de que eso no cambia nada, que eso no significa nada, que estamos solas.

Paso todos los días intentando pretender que soy fuerte, saberme capaz y sin una maleta tras de mi, evadiendo a drede conversaciones de abuso, diálogos y debates sobre situaciones de dolor, pero nunca puedo hacerlo este día.

Porque en la voz de cada persona que se alza con su verdad esta la mía, y por que en cada confesión se esconde mi propia realidad. 

Quisiera ser capaz de llorar, de hablar y señalar, pero no lo soy. Sigo siendo una cobarde, sigo cansada de esas palabras de todos retumbando en mi interior, toda la responsabilidad es mía, toda la culpa es mía, yo soy la única que debe hacer cosas distintas, debo debo debo, mientras tanto solapan, mientras tanto siguen viendo igual, siempre a todos menos a mi.

Al final no es un robo de mi misma, sino mi culpa. Odio a la gente. Les odio les odio les odio.

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