A veces pienso que estoy mendigando amistad, y quiero subir al techo a las 4 de la mañana en un edificio desconocido, o volver a casa; pero ¿cuál es mi casa? ¿Cuatro paredes blancas con una ventana al vecino infractor? ¿cuatro paredes crema con vista al árbol que ya no existe? O ¿acaso es la oscuridad perpetua tras mis cortinas dobles?, mi sueño eterno, un sitio seguro, a donde volver.

Mañana olvidaré por fin el medio sueño que aún llevo pegado a la voz, y pueda quizá (solo quizá), dejar de hablarle a los muertos, no soñar más con fantasmas, no más mares tornasol. 

Si volviera al pasado elegiría aquella fiesta, ese hotel sin final, rojo y blanco fatal, ojos triste sin fin.

Y unas palabras que no puedo recordar. Historias que nunca existieron.

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