De niña mis padres siempre nos daban objetos similes a ella y a mi, sin embargo recuerdo bien una diferencia, ella siempre era rosa y yo era azul. El rosa siempre era el mismo, rosa pastel contrastado con rosa mexicano (de ser necesario), pero mi azul cambió con los años, con el tiempo fue navegando desde un azul cielo a un azul marino casi negro. Y es gracioso, aún ahora ellos siguen haciendo lo mismo.

Quizá nunca hice suficiente para crear un lazo real, contrario a eso, me enfoqué en alejarme todo lo que pudiera, acumulando una pila de rencor sin sentido que poco a poco solo causó un muro gigante a mi alrededor. Quisiera haber pertenecido alguna vez.

Desde muy chica he pasado mi vida buscando la menor escusa para no estar en casa.

Y ahora he tomado dos cafés, he pensando que debo intentar escribir, estoy cansada de tener miedo, paso mis días mirándole y al mismo tiempo mirándome en un espejo, ¿A cuánta gente he dañado permitiendo que me dañen?, Pienso que si escribo, mi vida puede que tenga al menos algo de sentido, que si no lo hago es como si los años no fuesen nada más que un parpadeo sin nada de fondo. Me aferro a no escribir para lograr desconocerme, evito leer para no encontrarme.

Café tres y una noche que cae en todos lados excepto tras mis ojos.


Comentarios

  1. Es curioso, justo a inicios del año, hice un pequeño texto sobre el color azul en mi vida... "Mi mamá tuvo un sueño, donde cargaba a un pequeño. No quisieron saber el sexo del bebe en el ultrasonido, prefirieron el autoengaño. Al nacer, fui una gran decepción. Una niña, una niña a la que le esperaban muchas cosas azules, compradas en espera del primogénito. ¿Mi color favorito? El azul. Al final, supongo que fue mi destino, desde que nací hasta los 12 años, todo lo que me compraban era azul."
    Siempre sigo encontrando ecos. Saludos

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Si escribes yo puedo escucharte.