Lunes de "la lluvia siempre vuelve, igual que yo (pero no otros)"

Siempre odié el modo en que aunque quisiéramos llegar al mismo sitio nunca fuera por el mismo modo y es que el mundo está mal, desde el principio lo que une a la gente no es la meta sino el camino y no se puede ir de la mano con alguien si de pronto se atraviesa una gran avenida y se tiene que decidir si se irá por la izquierda o por la derecha o si ya es tiempo de soltar esa mano cálida. No es tan simple como con aquellos cuyas ideas sólo resuenan por el simple hecho de que se sabe que algún día tal vez puedan verse en ese sitio común porque las relaciones de verdad no pueden crecen sobre un "tal vez". Pero tal vez aun pese al cariño y la unión, quizá a pesar de que te abras tanto hacia alguien que esa otra persona se vuelva tu hogar llega un momento en que ya no puedes volver a ese abrazo cariñoso lleno de paz y de calma y entonces se deba volver al invierno de los sin hogar donde lo único que puede quedar son las pesadillas que acosan todo cada noche ahí en donde antes había otra alma cuidando de un sueño profundo, entonces nunca más se vuelve a oler ese perfume amargo/dulce, ni a ver esa sonrisa, ni a recostarse en ningún hombro mientras se gira en las esquinas de la noche, ni a caminar de la mano de nada porque además ya es demasiado tarde en la edad, porque las cosas son rápidas y carnales ahora para todo el mundo que vive afuera de lo que era ese hogar.
Aveces no se puede hacer nada más que daño y seguir así no sería más que un pecado mayor que se añadiría y encabezaría la lista de pecados ya cursados. Porque el capricho de querer crear y construir donde solo hay arenas movedizas sólo terminará en catástrofe, no se puede crear donde no es posible más mantener una mirada, porque no se supone que sea un mundo de enemigos.
Y no los culpo a ellos por haberme criado en un mundo sin amor y sin afecto ni en haber crecido en un ambiente sin contacto. Pero ahora solo soy un ser que quiere tener cerca a otros y que los otros no estén cerca de mi. Siento amor y miedo hacia el mundo, creo en sus preceptos de maldad porque lo ve en mi y me creo el monstruo que me cree aún sin saber el motivo; creo que su palabra es absoluta y real como pequeñas dagas que desangran y hieren más que las propias heridas reales de cicatrices afiladas en mis manos y mis brazos y mi garganta y mis párpados. Si fuese un ser diferente tal vez podría dar cariño sin sentir que es un error o soy usada o pisoteada, que no todos son malos ni villanos, si pudiese dar cariño a otros sin remordimiento o temor tal vez no sería tan débil,  dependiente y pisoteable en alma, porque mi capacidad de dar y recibir afecto sería una extensión de mi misma y no un préstamo hipotecado con comisiones en aumento.
Y entonces quizá tendría autoestima y valor y dignidad. Pero soy sólo un utensilio utilizable y cuyos sentimientos o ideas caen a segundo término. Alguien que no puede ni sostenerse una mirada a sí misma en el espejo.
Lejos muy lejos de aquí alguna vez tuve un sueño, y entonces alzo mi mano, queriendo alcanzar eso que simplemente terminaron por olvidar.
Aquí aún vive alguien. Aquí ya dejó de ser una guerra.