At the end of the day

Las cosas siguen girando, y el tiempo, leve, insoportable, volátil, se escapa a cada vuelta de hoja. La eterna repetitividad, la densidad de las cosas en este último mes o los demás. Así se vive, así se continúa "viviendo", me cuestiono si esto tiene sensación o sentimiento, si dejé de saber escribir o solo morí en el intento de ser real; al final siempre son las cosas, la situación, las personas, todo se resume en la misma sentencia que se repite en mi mente como un anti-mantra "odio hacia dónde estoy llevando mi vida" "odio en quien me convierto o estoy por convertirme"; odio, caos, golpes, siempre más y más golpes, manchas arcoíris, sangre, herida mental, dislocación de ego, fractura de libertad, vendaje de como todo debe ser, como siempre debo ser, la vida sintetizada en los concisos versos de "Autobiografía" de  Gabriel Celaya.
 
Viví como un sueño-pesadilla, donde el amanecer y la noche se unían en una sola, donde la frontera no era capaz de ser vislumbrada, y el ensueño era perpetuo. Las palabras volando llegaban desde ninguna parte y todas partes, de pronto era posible para mi oír mas lejos que nunca, pero ¿lo oía? o ¿Acaso era todo ello una alucinación más?, las letras y números se superponían ¿Era ese el sueño o la realidad?, la memoria se desbarataba, como aquel pan que cruje y se desmorona, algo solo golpeó dentro y lo desmoronó por completo.
 
Recuerdo el olor a café, la no-habitación con su luz mortecina, los seres invisibles quebrándose a cada paso que daban, los sonidos desde arriba, las canciones que se repetían sin parar. Recuerdo los gritos, los reclamos, las disculpas ofrecidas una vez tras otra sin resultado distinto salvo el odio enmascarado de cariño, los puñetazos de los otros enquistando el alma mientras me aferraba a no bajar la sonrisa por temor a que la ira solo aumentara.
 
También recuerdo el silencio, el espacio gigante y silencioso donde el eco de mis posibles resonaban en cada esquina libre. El chat de los desconocidos que profetizaban apoyo irreal.
 
Y todo aquello que intenté decir y simplemente se evaporó, cada conversación que intenté iniciar, cada cosa real de mi que pretendí sacar, para concluir en una sentencia desaparecida e invisible. No me está permitido ser débil.
 
He caído tan abajo que es ridículo tratar de explicarlo.
 
 
 
Nota:
 Al parecer el final no es caer al fondo
viene y no se detiene
azota mi cabeza contra el fondo sin cesar
¿El dolor parará?
 
 
Tengo miedo de seguir hablando, tengo tanto miedo a actuar de forma "incorrecta", va a matarme, va acabar con lo poco que queda de mi. Pero estoy tan cansada, tan cansada de seguir actuando siempre, ojalá me matase de una vez.

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