Polvo a polvo

Tal vez estoy cansada de ver los ojos de la muerte reflejados en las pupilas del último aliento. No temo morir, temo la muerte, mirarla, hacerle frente, odio los cascarones vacíos a los que los demás lloran y se aferran, ya no está, ya no hay nada.

Sin embargo soy tan frágil, vulnerable, en un estado  mísero de control oscilatorio o bien llamado "críticamente estable". Al segundo sonrío y al siguiente estoy llorando, me aferro al lavado cerebral anti memoria, me alejo de la imagen y el reflejo, de la escoba que barre lo poco que queda de sustancia característica pintando mi día a día. Y es que adapté mi modus vivendi a esa vida, cada pequeño paso, cada cosa que era posible reflejarla como una sonrisa, y sigo creyendo que aun asi no fue suficiente.

Se fué, lo supe desde que le vi respirar que sus ojos jugaban a verme y no verme a ratos, sufrió, pude sentirlo en cada célula de mi, canté todas las canciones que supe y con su muerte se fue mi voz, mis sonrisas y lo único por lo que yo aun me ataba a la vida.

Ahora oculto la muerte al mundo como pretendo ocultar mi dolor.

Las palabras no bastan, nunca bastan para decirlo todo, menos cuando se espera no decir nada. No quiero su falsa lástima ni su sentencia minimalista de sentimientos que debería tener, no quiero sus cuestionamientos, y si digo su nombre tal vez sea para no volverlo a oir pronunciado en sus bocas nunca mas.

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