En silencio

   A veces me gusta ser cohete y otras muchas huracán, a veces basta con ser una roca a punto de colisionar. Crecí siendo un satélite, y aquí rima "I'm a satellite"; pero de un tiempo para acá todo es tormenta y yo no soy más esa lluvia de verano ni mucho menos soy ya ese simple punto alto arriba de todo; solía vivir arriba del miedo, hasta que al miedo le salieron ramas, ahora hay un puente de mareas sobre la cabeza, ramas de negro desmoronándose en mi mente ya de por si difusa.

Dicen que el cuervo es negro, como dicen que el papel no es transparente, hasta que el cuervo es desplumado y la hoja es sumergida en aceite. Entonces yo puedo ser avión o solo nave, entonces yo puedo no volar o  ser solo un simple ave. 

Kilómetro tras kilómetro yo me acercó a la voz, también es la voz de la que huyo tras de mi, olvido que en las pistas el punto de partida es también el punto final y siempre huiré del punto de partida con fuerza y siempre anhelaré llegar a él de nuevo con la misma brutalidad. Tras el kilómetro 4 la premisa llega a una conclusión: la voz de la que escapo es el punto de partida y también el punto de meta. 

Pero la voz no se mueve si no yo. Mientras mis pies, estáticos, escuchan a una apacible pista correr debajo de si. Kilómetro tras kilómetro, la palabra deja de tener sentido.

Quiere cortarse la cabeza, pero se arranca la voz. Espero temer al diluvio, pero el lago está seco, la serenidad de un mar en medio de una nocha plutónica, como una utopía carente de acercarse a la verdad.

Tanto silencio me está acabando. Alejar a otros como si fueran palabras hechas de navaja. Tanto silencio me está matando, risas sardónicas que se cuelan. Tanto silencio me enloquece. ¿Estaré sorda yo o se habrán vuelto mudos todos los demás? (para mi).

Este silencio me está desapareciendo.

Aquí.

Aquí.

Aquí, hay alguien, aun.

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