Hold me without breaking

No era mentira que en aquel tiempo era verdad, lo que decía, lo que sentía o hacía era real para la persona que solía estar debajo de la piel; si esto fuera el epílogo terminaría en el inicio, un pequeño diálogo sensible sin palabras rodeado de alguna vista al mar imaginario, o quizá sería algun renglón, una pequeña frase olvidada que ahora vista en retorno me haría querer llorar.

Ya no soy capaz de ello, abro la bolsa de fragmentos y los ahogo en cualquier sitio lo suficientemente profundo.

Si estuviera cerca de alguna de esas reminiscencias yo sin duda me quebraría.

Sabía que no debía acercarme a ese sitio, o acabarme aquel libro de poesía; tan solo ver las dimensiones del lugar me hizo querer volver, y volví. Un día después y de manera inevitable estaba ya luchando internamente para no fallar a mi autopromesa de nuevo, y volví a fallar, terminé corriendo hasta morirme. Sabía que no debía volver a correr, menos después de estos meses y todo lo que significa, me fue imposible evitar mirar las paredes y aquel cartel gigante donde invitan al segundo maratón interno, incluso si evito mirar llegan panfletos a mis manos; no se por qué huyo de lo que mas deseo, pero correr abre puertas que deseo cerradas y estas son las consecuencias, moví una pieza y todo lo demás es un dominó de puertas que se abren y dejan entrar el frío que hiela la piel.

No dejo de buscar ahora lo que no hallo, encontrarme entre fragmentos, mirar esencias que no existen, he pasado todo el día perdida, porque aun después de un día la puerta no se ha cerrado. Deseo de nuevo huir de este sitio, deseo de nuevo quedarme, escapar, herirme.

Toda la semana y el mismo viento y su sonido arrullador en el marco de mi ventana.

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