A las palabras:

"-Los pensamientos son reales- sentenció. Las palabras son reales. Todo lo humano es real, y a veces conocemos las cosas antes de que ocurran, aun cuando no seamos conscientes de ello. Vivimos en el presente, pero el futuro está siempre en nosotros. Puede que el escribir se reduzca a eso. no a consignar los hechos del pasado, sino a hacer que ocurran cosas en el futuro."

La noche del oráculo - Paul Auster

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   No son ellas quienes tienen el poder si no el conjunto que las envuelve, o no. ¿Cambia su significado por ejemplo dependiendo de quién las pronuncie?, escurridizas palabras filosas que se vuelven puñales o cuchillos de mesa dependiendo de quien las emane.

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Cuando leo no sé si soy yo la que habla o la que calla, es eso, no es mentira, fue eso, desde siempre la horrible sensación de hacer tan mío aquel tipo de palabras que llegan que después no logro discernir si nacieron de mi o en mi se asentaron. 

He estado mirando a través, esa fue la razón por la que lo destruí todo, no quería arder en llamas como un grito que desciende. Me obligo a mirar mientras volteo mi rostro, se que no se pausará, que lo poco que alcance a saborear de aquellas letras se incrustará y las arrastraré tras de mi.

Palabras, ellas mueren sin pasión, se hacen añicos. 

Recuerdo haber escrito en algún lugar que nunca olvidara el hecho de que existía, de que podía sentirme en un reflejo. Recuerdo haber escrito que no debía de menospreciarlo, que no debía olvidar el valor, pero el problema es que aquellas palabras están disueltas en mil pedazos y ya no logro recordar porqué debía de recordarlo.

Queridas palabras, me fisuran. Pero aquellas que me devoran son mis propias palabras salidas a través de aquella mi sombra. Incluso a pesar del tiempo no puedo mirarlas, aunque ahora todo haya enmudecido.

Ahora sigue la coherencia.

(Nada mas que silencio)