Nunca hay delirio sin catarsis automutilante de alma y voz

Ahora no escribo solo me ausento, como en disonantes notas, la melodía de ahora no armoniza con mis pensamientos ¿hablar? ¿Callar gritando?. Ya todo es nada, como siempre.

"¿Cómo aprender a generar incendios de nieve con una lupa enfocada a la luna?"

Cerrando los ojos, tal vez, cree un incendio tan grande que empiece yo también a cantar "incendios de nieve y calor". Hay muchas canciones en mi alma, cantan juntas a la par pero sin voz, tararean, algún día quizá me susurren las respuesta.

Hay también una caja en mi repisa que ya no tiene memorias, me grita "no me olvides" y le pregunto "¿quien eres tu?" se ha quedado pasmada cree que ya no la recuerdo, la recuerdo, es una caja sin memorias pero no se quién es ya. Es la noche, hay tantas cosas aquí aun, todas son un sin sentido, la caja ya no tiene memorias pero si sonidos, me pregunto aveces si los sonidos no entraran en caos, si los sonidos no se odian, lo dudo, los sonidos no son capaces de odiar al igual que los fantasmas, son solo reflejos de algo que existió.

Hay dos sombras, aquí y allá, viajan a ciudades distintas, se mueven a velocidades de olvido diferentes, recuerdan y sienten diferente, pero ambas son reflejo de un mismo ser.


¿O no?

Quizá peor que ser un monstruo sin nombre es ser un monstruo de muchos nombres, sin mente en un punto fijo y con la mitad de su sombra ausente. O las dos mitades. Quizá la otra mitad está reseca al propio estilo de la Tregua con Benedetti:



  "¿estaré reseco? sentimentalmente digo"

Estoy reseca.

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