Susurros a Soel

Tras ver su nombre en la pantalla dejé de reconocer quien era, lucía todo tan lejano, mencioné su nombre, alto y después despacio y bajo, traté de saborear cada sílaba pero no lograba observar ninguna conexión entre el nombre que estaba ahí reflejado con sus letras de color y mis manos que lo habían escrito.
 
Nombre ajeno, salido de lo no particular, ¿Lo había escrito mal? ¿Era todo correcto? Y si era todo correcto ¿Por qué? ¿Por qué incluso si lo pienso ahora creo que nunca antes había visto ese nombre? Traté de pronunciarlo, pero ya no sabía cómo, nunca supe cómo.
 
Despersonalización, ¿Cómo explicarlo? Cuando vi ese nombre quise destruirlo, no era el nombre, no era ese el maldito nombre correcto, ¿Cómo podía ser ese el nombre y sentirse tan falto?, no podía ser porque no podía reconocerlo, ¿Se suponía que debería parecerme familiar?.
 
Y recuerdo ahora la noche del número, la noche de la sirena que lleva al fondo del mar al náufrago a la hora de las brujas, la noche que el número que nunca se va se borró de mi memoria ¿Cómo pude? ¿Cómo puedo escribir ahora una serie de números sin tener idea de la secuencia un segundo después?

De pronto vi ese nombre en la pantalla, de pronto escribí aquel nombre y me aterroricé al darme cuenta que ya no era uno de los nombres, no, era peor que eso ¿Cómo lo explico? ¿Cómo me lo digo a mi?, el nombre seguía siendo el nombre, pero era como si yo nunca lo hubiese visto antes, como si no fuese capaz de discernir si es así como se escribe, sentí pánico, porque lo miraba, no importaba cuánto lo mirara no sabía reconocer si ese era el nombre real.

Aun tengo miedo, ¿Por qué?. Debe ser por mi, ¿Cómo es que de pronto hago esas cosas?.




Y gasté horas y horas, vacíe y volví a llenar mi mente; no fue  poco a poco, de pronto todo estaba ahí en su sitio, yo, el nombre como un hogar cuyas habitaciones son conocidas. Y todo ese sentimiento de no reconocimiento se había ido.

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